Cuando Manny Pacquiao tenía 12 años, su amigo fiel e inseparable perro se perdió. Él no lo dudó y se fue a buscarlo. Tardó dos días en encontrarlo y cuando al final lo tuvo con él, su padre, como castigo por haberse ausentado sin permiso, mató al perro delante suyo, lo frió y se lo comió.
Esto hizo que Manny se escapara de casa.
Vivió en la calle donde compraba donuts y luego los vendía cinco centavos más caros para poder sobrevivir. Dormía en una caja de cartón y se abrió paso a través de todo esto para convertirse en profesional del boxeo a los 14 años.
Tras el amargo momento vivido de niño, Pacquiao tiene ahora a un fiel compañero, su perro Pacman, el cual lo sigue a todos sus combates y con el que sale a entrenar. Según él dice, "es su talismán".
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